¿España racista?
Dr. Rafael Molina Morillo, director de El Día.
Atención: copiado textualmente de “El País”, de España, de fecha viernes 7 de febrero de 2014:
“Al menos nueve inmigrantes subsaharianos murieron ayer ahogados en
aguas marroquíes o aplastados en las escolleras próximas a Ceuta tras
intentar sin éxito pasar la valla fronteriza.
La tragedia ocurrió cuando unos 400 indocumentados trataron de
acceder a España y fueron rechazados por agentes de la Guardia Civil.
Un grupo quiso llegar entonces a nado bordeando el espigón. Algunos
sin papeles denunciaron que les dispararon balas de goma y les lanzaron
gases lacrimógenos. Los agentes lo niegan.
“El de ayer fue el primer intento masivo de este año de entrada en
Ceuta, en cuyos montes limítrofes las autoridades tienen constancia de
que hay entre ochocientos y mil subsaharianos esperando para cruzar a
España.
“El delegado del Gobierno aseguró que no se habían producido
devoluciones de inmigrantes que hubieran logrado llegar a territorio
español y agradeció la colaboración prestada por la Gendarmería y las
Fuerzas Auxiliares Marroquíes para frenar ‘el asalto’.
“Llevamos dos años de colaboración intensa y sin su ayuda no se
hubiera podido evitar de ninguna manera el paso de estas personas”,
afirmó Francisco Antonio González. La ciudad española vivió una tragedia
similar a la de ayer el 19 de septiembre de 2009. Entonces se
rescataron ocho cadáveres”.
Hasta aquí la crónica de “El País”. Entonces, digo yo ahora, a España
nadie la acusa de ser racista, ni genocida ni violadora de los derechos
humanos, por no aceptar inmigrantes ilegales; pero a República
Dominicana sí se le quiere negar el derecho soberano de establecer sus
reglas para determinar la nacionalidad y reglamentar la inmigración
extranjera. ¿Cuál es la diferencia?
Sí, pero no
Dr. Rafael Molina Morillo, director de El Día.
Mi columna de ayer, en este mismo espacio, ha suscitado mucho interés a juzgar por la inusitada cantidad de comentarios recibidos, a favor y en contra.
Comparaba yo las distintas maneras de juzgar a España y a República Dominicana en el tema de los inmigrantes indocumentados, pues mientras el país ibérico mata a los africanos que pretenden ingresar a su territorio sin papeles, y no pasa nada, a nuestra pequeña nación caribeña se la quiere condenar al fuego eterno por pretender reglamentar la inmigración extranjera y decidir quién es dominicano y quién no lo es (sin quitarle la vida).
La señora Lizzie Sánchez, por ejemplo, sostiene que el verdadero problema está en el “efecto retroactivo” de la sentencia que ha soltado los demonios que ahora amenazan la necesaria unidad de los dominicanos. Respeto su opinión.
El señor Rolando Saldaña, por su parte, me recuerda que “en España en el lapso 86/87 del pasado siglo, ya para ese entonces cuando aún la inmigración latinoamericana y en especial, la dominicana, no era tan numerosa como ahora, existían atisbos de racismo generalizado en España.
Especialmente contra los gitanos (esos señores que nadie sabe de dónde vienen ni adónde van); contra los marroquíes y subsaharianos”.
También me cuenta el señor Saldaña que “en Ceuta y Melilla, territorio español ubicado en Marruecos, hay barreras físicas y patrullas de frontera para impedir el acceso de subsaharianos a territorio español, pero los organismos de DD HH internacionales no dicen nada”.
En otras palabras: respeto la opinión de quienes, de buena fe, interpretan que la famosa Sentencia viola la Constitución… pero no comparto ese pensar.
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