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26/12/12 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

Johnny Ventura: “Tuve que ir a una fiesta el día que enterré a mi madre”.

Johnny asegura que llegó a odiar al
empresario que no quiso cancelar una
gira, tras la muerte de su madre.
(Kelvin Mota)

Momentos inolvidables
En estas páginas contamos la historia de Juan de Dios Ventura Soriano, conocido como Johnny Ventura (El Caballo), quien soñó ser arquitecto, pero el destino lo llevó a convertirse en un exitoso merenguero.

Por Evelyn Irizarri  - El Caribe
Su niñez estuvo marcada por las estrecheces económicas. Junto a su madre, vivió en carne propia las inclemencias de la más extrema pobreza. Pero fue precisamente esa escasez material la que lo impulsó a superarse en la vida y lo ayudó a expandir sus dimensiones como ser hunamo.

En este diálogo, Johnny recuerda las navidades de su infancia, en especial, aquella en la cual, el Día de Nochebuena su madre y sólo tenían pan de fruta él para llevar a la mesa. Estas líneas recogen la historia de un hombre que aún llora amargamente al recordar que a solo horas de haber sepultado a su madre, debió subir a un escenario y dar lo mejor de sí a un público que le aplaudía delirante, sin sospechar que dentro de su pecho el corazón lloraba la partida de la personas más importante de su vida: Su madre, Virginia Soriano.

1. Días de infancia
Nací en el sector San Carlos, en la calle Abreu número 75, y un empujón que nos dio la vida nos mandó a Villa Consuelo; el próximo empujón nos trajo al ensanche La Fe y después a Villa Juana, pero en el ínterin y en medio de eso, como mi padre era militar fuimos a Moca, La Vega y Monte Cristi. En un regreso a La Vega, ya teniendo yo cinco años, mi madre y mi padre se separan. Mi padre era un hombre muy alegre, le gustaba mucho la bebida y la vieja no quiso soportarlo. Físicamente me parezco más a mi mamá, tengo hermanos que son muy parecidos a mi papá, pero yo saqué todo de mi mamá. Yo quedé con mi mamá desde los cinco años, de mi papá los recuerdos son muy limitados porque nos separamos cuando yo tenía 5 años y nos volvimos a ver cuando yo tenía 18, y él murió cuando yo tenía 19, durante ese año tuve la oportunidad de compartir con él. Era un viejo bonachón y chévere. Nos quisimos mucho ese año que nos tratamos. De mi madre recuerdo todo, si soy bueno hay que agradecérselo a ella y si soy malo, ya ustedes saben que ella fue que nos crio así. Era una mujer muy fuerte de carácter. Mamá era el eje de toda la familia Soriano. Alrededor de nosotros no ocurría nada que ella no dispusiera. En la casa se hacía lo que mamá decía.

2. Niño travieso
Yo recibí mis pelitas cuando muchachito, aunque yo era un niño bueno, era algo travieso y definitivamente mamá corrigió eso. Recuerdo haber hecho muchísimas travesuras, yo era quizás un justiciero, a mí las injusticias siempre me han disgustado y en el barrio habían muchachos que eran fornidos, que nosotros les decíamos Tarzán, y entonces ellos eran medio abusadores, y yo como no salía con ellos, al ver sus abusos era de los que les daba una pedrada. No me quedaba con nada, era ojo por ojo y diente por diente. Fueron de las cosas que mamá fue corrigiendo y me llevó a convertirme en la persona pacífica que soy ahora.

3. Vida difícil
Todos los momentos de mi vida durante mi infancia y mi adolescencia fueron difíciles. Antes de mamá ser cocinera, como te conté, ella era lavandera y nosotros nos levantábamos para ir a la escuela. La suerte es que en ese tiempo en las escuelas a uno le daban un chocolate y una galletita, pero cuando no estábamos en escuelas de esas, la vida era muy difícil. Mamá se levantaba a recoger la ropa en el barrio, cuando eso no había ni lavadora ni secadora eléctrica, es decir que mi mamá lavaba a puño y secaba al sol y nosotros le pedíamos a Dios que no lloviera para que pudiéramos tener comida, porque después que mamá planchaba, volvía a devolver la ropa, cobraba, entonces iba al colmado a comprar lo que íbamos a comer. Eso era como a las dos y media o tres de la tarde. Fue muy duro, pero sirvió de mucho para nosotros porque es lo que nos animó a educarnos y a prepararnos y a tratar de ser autosuficientes y es una de las cosas que más me alegra en la vida. Tuvimos una vida con muchas estrecheces y con muchas limitaciones, que, más que mal, nos sirvió para crecer más como seres humanos. Mi mamá no nos quiso poner un padrastro a sus hijos.

4. Mi primer sueldo
Con mi primer sueldo, lo primero que le regalé a mi mamá fueron unos muebles de palito, de unos famosos que en esa época estaban de moda y para mí no hubo una satisfacción más grande que esa, poder hacerle un presente a mi madre; pero, sobre todo, lo más importante es que comenzó a cambiar nuestra forma de vivir y nuestra forma de comer. Ya ella no tenía que trabajar tanto, aunque trabajó hasta el día de su muerte, nunca se resistió a estar sentada, le gustaban los negocios, era muy activa. Recuerdo que mi mamá y yo dormíamos juntos en una camita pequeña y un día me desperté y la vi en el suelo y le pregunté que por qué estaba ahí y me dijo que yo tenía muy mal dormir y que para ella poder dormir tenía que acostarse en el suelo. Eso me hizo a mí, a los 13 años, empezar a trabajar para comprarle una cama.

5. Aquellas navidades
Nuestras navidades siempre fueron alegres. El barrio se metía en fiesta y nosotros dentro de ese marco de estrecheces disfrutábamos en las calles del barrio, porque en la casa no teníamos nada para celebrar. Recuerdo una Nochebuena, que la cena de mi mamá y yo, porque yo era el más pequeño y ya mis otros hermanos se habían casado y marchado, nació un hermanito después de mí, pero murió; esa noche lo único que teníamos era pan de fruta, por eso en esta casa siempre, como un homenaje a la vieja, en todas las Nochebuena entre todo lo que hagamos tiene que estar ese plato de pan de frutas. Eso era lo que teníamos, pero lo disfrutamos. Mis navidades siempre son muy alegres. Contrario a lo que la gente pueda pensar, las navidades yo las sentía como algo estrujante y muy comercial, que nos estrujaba la pobreza, porque muchos podían disfrutar de todo y muchos no podíamos disfrutar nada.

6. El día más triste
La desaparición física de mamá fue muy sorpresiva, yo había hablado con ella media hora antes. Para mí fue traumático y superarlo fue muy difícil, sobre todo porque yo salí del cementerio para el aeropuerto, aunque tratamos por todos los medios de cancelar una gira que teníamos en Colombia. El empresario no quiso, porque decía que iba a perder mucho dinero. La gira fue exitosa, fueron cinco conciertos en cinco estadios y en cinco ciudades diferentes, pero imagínate lo que es salir de aquí del cementerio y debutar esa misma noche en un estadio con 20 mil personas aplaudiendo, llenos de alegría. Cuando yo llegué al hotel sentía que había traicionado a mamá. Sentía que había cometido un crimen. Eso pasó durante los cinco días que duró la gira. Cuando llegué al país me sentía tan culpable, pero mucha gente como Ónix Báez, Jesús Torres Tejeda, entre otros amigos que ya se han ido, trabajaron mucho conmigo la parte psicológica. Me tomó mucho tiempo superarlo. Mi madre era todo para mí.

7. Un dolor inexplicable

Tener que pararte en un escenario y mostrar tu mejor cara, cuando acabas de enterrar a tu madre, es algo que no se puede explicar. A mí me nació un odio increíble contra ese empresario que no quiso cancelar la gira, por más que le insistimos. Ya con el tiempo, eso pasó, pero fue muy duro. No creo que yo haya vivido y superado una situación más difícil que esa.

8. Superación
El solo hecho de venir de esa área de la sociedad, donde abunda la escasez, a vivir el estándar de vida que llevo hoy, gracias a los aplausos y el cariño de la gente es una satisfacción. Por eso trato de reciprocar y cada persona que se me acerca y quiere una foto conmigo, para mí es un honor. No entiendo como la gente aún se desvive tanto por Johnny Ventura después de tantos años y de que hace más de 20 años no tengo temas pegados en la radio. Yo mismo me sorprendo.

9. La familia
Tuve la suerte de encontrar a Fifa. Ella ha sido determinante en mi vida. Encontrar a una persona con sus cualidades, con sus condiciones de ser humano y de mujer es lo que me ha dado la estabilidad que esta familia exhibe hoy en día. Yo viajaba mucho, tanto al interior como al extranjero, y ella fue moldeando nuestra casa y nuestras vidas. Tengo hijos que no son de ella, pero que ella también estuvo con ellos y le agradezco infinitamente nuestra unidad familiar.

10. Homenaje a mi madre
Cuando me gradué de bachiller mi mamá era cocinera en una casa de familia en la capital y ganaba ocho pesos al mes como cocinera y la inscripción en la universidad eran 100 pesos. Es decir, que las posibilidades de ir a la universidad eran remotas y así fue. Esos eran los sueldos de la época. Por eso, mi graduación de abogado fue tardía, pero fue un homenaje a mamá. Ella luchó mucho para que nosotros nos educáramos y yo sentía que le debía un título universitario y se lo di. Ella vivió y disfrutó una gran parte de mi carrera. Mamá fue mi disquera y fue una buena época porque se vendían mucho los discos de Johnny Ventura.

Repertorio dedicado a la gente pobre del pueblo
La última composición que hice con esa temática fue “José Chancleta”, a uno de los muchachos del barrio que nosotros le decíamos así porque no tenía zapatos. Ya yo con cierta fama, me lo encontré en la calle El Conde, un 23 de diciembre, y ese día me dio tanta alegría verlo, a pesar de que su imagen era muy triste.

Lo saludé con mucho entusiasmo y le pregunté que cómo estaba y me respondió: “Ya tú me ves”, y comenzó a decirme cómo se siente un padre sin poder darles nada a sus hijos en Navidad, sin poderles comprar los útiles de la escuela. “Mañana es Nochebuena y no sabemos qué vamos a comer”, me dijo.

Me hizo un cuadro que me mostró una cruda realidad. Yo lo monté conmigo en mi carro y me lo llevé a la oficina y me dio una lección. Yo le di un dinero y cuando se lo estaba pasando, él me dijo: “No, a mí me gustaría ganármelo”. Eso me enseñó el valor de la dignidad. Yo le dije: “vamos a hacer una cosa, te adelanto de tu sueldo y después te digo en qué puedes trabajar”. Él insistió y lo puse a trabajar hasta que él entendió que su vida se había encaminado y con el dinero que ganó con nosotros puso un colmadito. Después hice la canción.

Difícil
“Tener que pararse en un escenario cuando acabas de enterrar a tu madre, es algo que no se puede explicar”.

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