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5/8/11 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

Las hamburguesas de Obama.


Rafael Molina Morillo (rafaelmolina41@yahoo.com)

Para celebrar el relativo triunfo obtenido en su disputa financiera con el Congreso, el presidente Obama invitó a sus colaboradores a comer hamburguesas en una especie de chimichurri cercano.
Allí, en mangas de camisa y tras haber hecho fila para colocar su pedido en el mostrador correspondiente, el Presidente de la nación más poderosa de la Tierra dio nuevamente una lección de grandeza y sencillez que todos debemos aquilatar en su justa dimensión.
¿Pierde brillo una persona por comportarse con naturalidad, sean cuales sean las importantes funciones oficiales o privadas que desempeñe en un momento dado? Todo lo contrario.
Quienes así actúan, como el presidente Obama, se engrandecen a sí mismos e iluminan su entorno en forma tal que ni ellos mismos se dan cuenta, porque no lo hacen para lucirse, sino porque sí, porque les sale del alma.
En la vida diaria nos tropezamos con tanta gente arrogante, sin mérito alguno y carente en absoluto de valores, que hasta llegamos a pensar que nuestra sociedad no tiene arreglo. Pero no desfallezcamos.
Cuando nos asalten esos pensamientos, saquemos de abajo y recordemos que también hay gente de principios.
Una pista para reconocer que estamos frente a alguien que vale la pena es, precisamente, su comportamiento tocado de sencillez. Como Obama con sus hamburguesas.

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