Tras unos pocos minutos de diálogo dejó al descubierto su alma, en la cual lleva dos señas particulares: la primera quedó impresa el día que, en su presencia, asesinaron a su padre, Enrique Piera, cuando ella apenas tenía 10 años; y la segunda, el día que escuchó el primer llanto de su hija Leslie. Sin dudas, dos capítulos en las páginas de su existencia, en los cuales con mayor precisión han quedado descritas en su máxima expresión la tristeza y la alegría.
1. Una niña feliz
Nací en Santo Domingo. Mi niñez fue muy linda, jugaba a las escondidas, al trúcamelo, jugaba muñecas. Recuerdo que hacíamos bautizos a las muñecas y les celebrábamos el cumpleaños. Montaba mucha bicicleta y patines. Era muy andariega. Los veranos hacíamos una escuela en el patio para que los niños fueran a estudiar y nosotras éramos las profesoras, pero también hacíamos espectáculos. Recuerdo que montábamos los escenarios con una sábana, hacíamos shows y presentábamos cantantes. Soñaba casarme con un príncipe azul, como los cuentos que yo leía de La Bella Durmiente, Cenicienta, Blanca Nieves y ese tipo de cosas.
2. Una anécdota
Mis profesoras nunca me regañaban porque yo era la típica niña buena y estudiosa, pero eso no quiere decir que no aparecieran dos o tres profesoras que me maltrataran, porque ya yo era conocida y en la televisión probablemente ganaba más de lo que ganaba un profesor. Recuerdo una profesora que me paró en el curso y me preguntó: “¿cuánto ganas tú?”, y yo he dicho: “tanto” y ella contestó: “¡imposible! Yo soy una profesora y no gano eso”.
3. Una pela
Recuerdo que la única pela que nos dio mi papá fue porque nos subimos en el techo de la casa y la muchacha del servicio nos chivateó y entonces, él nos esperó y con el cinturón nos dio una pela, pero era tan suavecito que no sentíamos nada.
4. Mis padres
Mi papá, Enrique Piera y mi mamá Berna Gainza, eran muy apoyadores y muy estrictos a la vez, siempre estaban muy pendientes de sus hijas. Yo tenía 10 años cuando mataron a mi papá y crecer sin padre te hace sentir como que siempre te falta algo. Fue una muerte violenta, donde todos estuvimos presentes y cualquiera de nosotros pudo haber caído bajo las balas de las armas que fueron disparadas. Pienso que eso hace que crezcas con algún dolor que te queda en el alma y que no pudo ser sanado a tiempo. Mi mamá murió hace seis años, me hace falta su presencia, su apoyo y compartirlo todo con ella.
5. El dolor de una niña
Una niña de 10 años no puede aquilatar en sí lo que pasó. Yo soñaba que mi papá iba a volver. Siempre yo me decía: “voy a despertar y todo lo que pasó aquí fue una pesadilla y cuando despierte ahí estará mi papá”.
6. Un cambio de vida
Después de la muerte de mi padre, la vida fue muy dura para nosotras, porque mi mamá no trabajaba. Tuvimos situaciones económicas graves, muchas veces no pudimos pagar el colegio. En esa época un locrio de pica pica era una forma de entender que no había dinero en mi casa. Muchas veces no podíamos pagar las mensualidades de la casa. El colegio me lo dieron gratis porque se cansaron de cobrarme.
7. El reto
En estos momentos estoy enfrentando mi mayor reto, después de haber iniciado mi programa hace 26 años, que es dirigir CDN. Esta ha sido una labor en la que hemos puesto mucho esfuerzo, una tarea a la que le he dedicado muchas horas. He dejado de dormir, he tenido mucha ansiedad, mucho nerviosismo, pero también muchas cosas que me han alegrado el espíritu, muchas experiencias que me han fortalecido y que me han enriquecido, pero definitivamente es el reto. El éxito no es cosa de suerte, es una mezcla de muchas cosas, especialmente la dedicación y la pasión que tú pongas en las cosas que haces.
8. Mi hija Leslie
En algunas cosas se parece mucho a mí y en otras a su padre. Es una mezcla de los dos. Es cariñosa, intuitiva, estudiosa, inteligente y muy competitiva. Para ella sueño sanidad emocional, creo que a sus doce años, que es un período difícil, ella no ha tenido grandes tragedias, porque a la muerte de su abuela ella tenía cuatro años y no lo sintió como lo podría sentir una persona que tenga más edad.
9. Maternidad vs profesión
La vida me ha cambiado mucho después de ser madre. Por ejemplo, saqué a mi hija de un colegio porque allá estaban los hijos de cinco personas a las que les había hecho trabajos en contra y cada vez que yo dejaba a la niña sentía una presión muy grande. La mantengo al margen de las cosas que hago y de las presiones que se generan, pero a veces se da cuenta de que hay alguna situación de peligro. Ha llorado con mucha congoja y hemos llorado las dos. Ella me ha dicho: “mami no quiero que te pase nada”. Cuando ella me ha dicho eso ha sido algo muy difícil para mí.
10. Mucho por compartir
Quisiera compartir con mi padre todo lo que me ha pasado, porque yo siento que…( una larga pausa…respira profundo, aprieta los labios, como quien trata de reprimir el llanto, baja la mirada y las lágrimas bañan su rostro…cierra los ojos…respira profundamente, y continúa…esta vez su voz lucha por vencer los sollozos, que casi le impiden hablar), cuando un padre se va, uno no sabe si se queda angustiado por sus hijos…es como cuando tú estas aquí y tu hijo se va de viaje y no sabes qué va a pasar… no sé cuál es el proceso, si esa persona se queda cerca por lo que ha dejado. Si es así, creo que él debe de estar muy satisfecho, porque mi hermana y yo, con una mamá muy típica española, que no salía de su casa, logramos salir hacia adelante sin prostituirnos en ningún sentido, sin tener que hacer lo mal hecho para lograr el éxito. Siento que él debe sentirse muy satisfecho de eso. Si nos está viendo desde alguna parte del mundo de la espiritualidad debe estar satisfecho y contento. Yo me siento bien porque siento que no lo defraudé y que pudimos seguir hacia adelante sin él y hacerlo bien, muy bien.
Una persona vital en mi vida es mi hermana Sonia. Sin su presencia y su apoyo incondicional, no habría podido lograr lo que hasta ahora he logrado. Ella se entrega a cada proyecto con la misma pasión que yo. Pienso que me parezco más a mi padre, no solo por la profesión que elegí. Recuerdo que él era muy aguerrido, defendía las causas que él creía justas, y cuando escuchaba a mi mamá que se quejaba, le decía: “siempre estás luchando para ayudar a los demás y te olvidas de ti”.
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