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12/9/12 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

Marcio Veloz Maggiolo: “No fui un estudiante sobresaliente; no era bruto pero era vago”.

(Foto: Danny Polanco)

En esta conversación el crítico literario habla de su gran amor: Norma Santana, sus creencias esotéricas y recuerda con pesar la muerte de su hijo Marcio.

Yulissa Matos - El Caribe
Desde niño a Marcio Veloz Maggiolo le apasionó la lectura, pero jamás pensó que llegaría a ser un reconocido escritor de temas académicos y literarios que le merecieran importantes reconocimientos, entre ellos, el Premio Nacional de Poesía, Premio Nacional de Novela y Premio Nacional de Cuento.

El autor de las obras “La fértil agonía del amor”, “lntus” y de “Judas - El buen ladrón”, asegura que parte de su novelística se desarrolla en el sector de Villa Francisca y muchas son experiencias de ese barrio.

El escritor afirma que los dominicanos no tienen habito de lectura: “Hoy en día en las escuelas no se enseña al muchacho a leer, cuando yo estudiaba habían profesores que sí lo hacían, en la actualidad es diferente y menos en un país que se aferra a un alfabetismo mecánico como el nuestro, donde se piensa que uno está alfabetizado cuando aprende a leer y a escribir, pero no sólo es eso, el muchacho tiene que saber y entender lo que escribe.

Además, un país sin gente alfabetizada no puede ser un país de lectores”. Aunque reconoce que en la actualidad en el sector literario dominicano, hay muy buenos escritores, también hay una conflictividad ya que muchos de estos entran en una competencia.

1. Mi infancia


Tuve una niñez normal, mis días de niño transcurrieron en el sector de Villa Francisca, en mi casa era hijo único. Mi padre tuvo tres matrimonios y mis hermanos mayores me llevaban mucha edad, vivía entre el juego de béisbol, que me encantaba, el topao y una tradición de juegos hispánicos que hoy en día se han perdido y, por su puesto, me encantaba leer los libros pero no estudiar.

2. Mis padres
Mi padre, Francisco Veloz, era un hombre de fuerte carácter, siempre quiso que yo fuera brillante, él era un lector asiduo que tenía en casa una pequeña biblioteca. Llegó al octavo curso, no era un intelectual de fuste, era un autodidacta, pero con una capacidad enorme para analizar cualquier tópico.

Era un católico pero muy asentado en lo que creía y tenía creencias esotéricas; puedo decir que fue mi gran maestro y mi madre, Mercedes Maggiolo “Doña Chea”, era evangélica, una mujer muy dulce y de fuerte convicción cristiana.

3. Mis estudios

Yo no fui un estudiante sobresaliente, no era bruto pero era vago, pero sí amante de la lectura, siempre me quedaba para el final de los últimos exámenes. Estando en la secundaria repetí el tercero del bachillerato por estar jugando pelota los días de clase o ir al cine a ver un triple hit, que había muchos en esa época.

Mi padre aspiraba a que fuera un alumno brillante, no lo fui en la secundaria pero sí en la universidad donde me inscribí a estudiar Derecho, pero no me gustó y más en la era de Trujillo que nada se cumplía; entonces me transferí para la Facultad de Humanidades a estudiar Filosofía y Letras, allí obtuve mi primer título, me gradué en Filosofía con énfasis en Historia y Literatura.

4. Una doctrina
Yo de niño estuve más cercano a la iglesia protestante que a la católica porque mi madre era evangélica y siempre me llevaba con ella, eso me sirvió de mucho para mi formación porque en la iglesia protestante había una enseñanza bíblica directa y eso me sirvió de mucho para mis primeras novelas, pero además de eso, la iglesia protestante tiene una moral luterana muy cerrada y, por ende, el muchacho que se forma en estos principios tiene que salir bueno, y no es que yo sea tan bueno.

5. Momentos difíciles
Mi madre murió cuando yo estudiaba en los Estados Unidos, un día amanecí pensando en ella y le dije a mi maestra que creía que mi mamá estaba enferma, a la semana recibí la noticia de que había sufrido una caída y eso le había producido la muerte. Fue un duro golpe para mi ya que no pude estar presente en su sepelio. En cambio, mi padre tenía muchos quebrantos provocados por una fístula en el intestino delgado, recuerdo que cuando lo llevamos a la clínica se detuvo y me dijo: “tú me llevas a la muerte”. Esa frase me marcó para siempre.

6. Mis hijos
Tengo nueve hijos de tres matrimonios cuatro hembras y cinco varones. Del primero tuve uno y del segundo procreé cinco y con Norma tengo tres y muchos nietos. Los hijos son la prolongación y cada uno es diferente y eso también pasa con los nietos; tú puedes ver un muchacho parecido al abuelo, al tío o a la madre, pero el temperamento es totalmente diferente, eso es increíble.

7. La partida de Marcio
A mí no me gusta hablar de ese episodio, mi hijo mayor murió hace tres años a los 50 años de edad. Un día le falló el corazón, él mismo se internó en una clínica y estando allí le atacó un virus de esos que abundan en las clínicas y hospitales, las defensas le bajaron y no se repuso. Al principio ni siquiera la junta de médicos pudo determinar el origen de su muerte, luego se determinó que fue este virus.

Para un padre es difícil, tiene que acostumbrarse a que no lo volverá a ver, a vivir en el recuerdo, pero eso es ley de vida y esta exige que se acepte como ella viene.

8. Amigos
Hay amigos muy buenos y amigos muy malos. Los buenos son los que permanecen con el tiempo y siempre están contigo en todos los momentos de tu vida y los malos son los que con el tiempo hacen que te desengañes al demostrarte que no sentían por ti el mismo afecto que tú para con ellos.

9. Embajador en varios países
He sido embajador por seis ocasiones en México y Perú, con concurrencia en Bolivia, Italia, España, Rumania y Egipto, cada experiencia ha sido única y enriquecedora, estar acreditado como diplomático en estos países me permitió disfrutar muchas cosas, sobre todo la cultura de esas naciones.

10. Experiencias esotéricas
Creo que hay otro mundo y que uno no muere para siempre, tengo muchas experiencias esotéricas que heredé de mi padre y que me han pasado, que son difícil de contar y no me interesa hablar de eso porque muchas personas pueden pensar que uno está loco; las he escrito y la gente no las ha leído porque en este país la gente no lee. Dice un amigo mío intelectual que ni los escritores se leen unos con otros. l

Norma Santana es mi guía y mi timón
Yo me enamoré varias veces, Norma Santana y yo nos conocimos en los años 50, tuvimos unos amores de infancia porque ella tenía 13 años y yo 15, pero ella un día me botó porque encontró a una muchacha con unos paquitos suyos quo yo, le había prestado y eso le molestó mucho. Luego yo me casé, la primera en el año 1959, me divorcié y tuve un segundo matrimonio del que también me separé.

En el año 66 regreso al país y la veo en la Revista Ahora donde decía que ella era de San Pedro de Macorís, me dio tanta risa que le escribí una carta muy simpática, ella me respondió con una larga carta que aun conserva y que no me atrevo a contar lo que decían esas líneas.

Ese mismo año nos casamos, Norma es mi guía y mi timón, tenemos 45 años juntos sin contar los cinco años de amores que tuvimos antes.

Ella me mira y sé lo que me está diciendo, tiene la capacidad de guardar el secreto de muchas cosas, posee un sentido de la responsabilidad que no toda mujer tiene y una solidaridad enorme con las cosas que hago; muchas veces me dice eso no está bien pero hazlo, yo te respaldo.

Ese es el éxito del matrimonio, la relación mutua, el apoyo y el éxito emocional es lo que lo mantienen vivo.

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