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9/1/11 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

HISTORIA: Robos y enfermedades habrían provocado matanza haitianos 1937.

Inmigración haitiana: Hoy se cumple 73 años de fatídicos sucesos en la frontera.
Chichí de Jesús Reyes - El Nacional 
El Gobierno dominicano atribuyó los asesinatos y deportaciones de haitianos a enfrentamientos entre hacendados y éstos por robos y desmanes El abigeo y las enfermedades habrían provocado matanza 1937.
Ante las insistentes denuncias de robos de ganado y cosechas, propagación de enfermedades, chantajes y otros desmanes cometidos por haitianos en la región fronteriza, meses después de asumir la Presidencia de la República, Trujillo se reunió en Dajabón con representativos de las diferentes clases sociales. Todos coincidieron en señalar la intranquilidad y desasosiego que causaban los habitantes del vecino país.

En un discurso que pronunció en el encuentro el gobernante planteó la necesidad de buscar solución sui géneris a la masiva entrada de haitianos a la parte Este. Insistió en que “nadie ha sido capaz de encontrar solución al problema, no obstante las numerosas gestiones que se habían venido realizando de tiempo en tiempo”.
Más adelante Trujillo se reunió en varias oportunidades con el presidente haitiano, Sténio Vincent, hasta llegar a un acuerdo bipartito a mediados de l935. Este acuerdo consistió en repatriar a los haitianos ubicados en todo el territorio nacional, lo cual significaba eliminar el intercambio comercial, marital y cultural que practicaban los pobladores fronterizos.
No obstante este acuerdo las cosas no cambiaron y los habitantes fronterizos continuaban manifestando sus quejas. Esto motivó que Trujillo volviera a Dajabón y de manera enérgica anunciara la adopción de severas medidas, “en caso de que los haitianos no abandonen las regiones que ocupan en la parte Este de la isla.”
El resultado fue una cruenta matanza que según algunos historiadores comenzó a principios del mes de octubre de 1937, cuya cantidad no ha sido determinada, aunque se habla desde 8 a 12,000 nacionales haitianos, entre hombres, mujeres y niños. Tratando de evadir responsabilidad en la masacre, el Jefe dispuso que se encarcelara y destituyera a altos funcionarios civiles y militares culpables de los sucesos “por haberse extralimitado en sus funciones”.
Buscando excluirse del sombrío episodio, Trujillo anunció que al cumplir su segundo período en el poder 1934-38, el binomio Jacinto Peynado-Manuel de Js. Troncoso de la Concha, serían los candidatos oficiales en las elecciones de la fecha, para ocupar el periodo hasta el 1942.
Además, el Gobierno emitió una declaración pública sobre el hecho en la que narra los sucesos con apego al interés del país en defenderse de las acusaciones que se le hicieron, entre las que se destacan el abultamiento de las causas haitianas que los provocó, y en cambio, minimizar los daños y consecuencias que de dichos acontecimientos se derivaron. El autor de la exposición fue el licenciado Julio Ortega Frier, secretario de Estado de Relaciones Exteriores.

A continuación fragmentos de la versión oficial del Gobierno de entonces:

“El estado de miseria que reina en la población rural haitiana, se ha empeorado últimamente en razón de los bajos precios que obtienen los principales productos del suelo haitiano, por el rápido aumento y por las dificultares que recientemente encuentra el excedente de esa población para fijarse en los países vecinos.
“Cuba no sólo le ha cerrado las puertas a la inmigración haitiana, sino que ha repatriado en este año (1937) más de 30,000 braceros de ese país que había admitido anteriormente para los menesteres de los ingenios de azúcar. Con este aumento de población y de miseria, la infiltración ilegal de haitianos por nuestra frontera ha crecido enormemente en los últimos meses.
“Ya no solo se dedican los haitianos de aquella región al robo de caballos, vacas, cerdos, gallinas y otros animales domésticos y a los de las cosechas en pie, sino que se apoderan de terrenos cultivados por los dominicanos y atacan con palos y machetes a los dueños despojados que intentan recobrar (defender) sus posesiones. Desde hace años nuestra Policía y nuestra Justicia son impotentes para terminar o remediar estos abusos.
“Desde mediados del año en curso (1937) la Policía ha recibido instrucciones de hacer recruzar la frontera a los haitianos que se encuentran en las comunes (municipios) fronterizos sin el correspondiente permiso de inmigración. Esta acción, en vez de resultar eficaz, ha tenido como resultado que muchos haitianos devueltos a su país por la Policía, han retornado al territorio dominicano armado de palos, picos, cuchillos y machetes para imponerse a la fuerza a los terratenientes dominicanos. De aquí se han originado encuentros sangrientos.
Agrega el documento que “algunos agitadores dominicanos y haitianos quisieron aprovechar ese estado de cosas, armándose con escopetas y revólveres y asolaron la provincia de Montecristi, resultando numerosos muertos y heridos al encontrarse con el Ejército dominicano. Agitadores haitianos aprovecharon estos acontecimientos para desatar una campaña de propaganda contra el Gobierno haitiano de Vincent, obligando a ésta a repatriar gran cantidad de trabajadores haitianos que se encontraban laborando en empresas agrícolas en territorio dominicano, aumentando la miseria en Haití, con lo que hicieron crecer el descontento general contra el Gobierno de aquel país”.
Después vinieron las notas diplomáticas, la invocación de viejos tratados y acuerdos internacionales y las tensiones entre los dos pueblos que los pusieron al borde de peores acontecimientos.
Nada apaciguaba la opinión pública de Haití, pero al fin de numerosas gestiones se logró un acuerdos en Washington, el 3l de enero de 1938, mediante el cual las partes renunciaban a seguir adelante con el litigio de carácter internacional, se indemnizó a los damnificados haitianos mediante el pago de 750 millones de dólares, con un desembolso inmediato de 250 mil dólares. El Gobierno dominicano mereció la felicitación del Presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt.
Sea como fuere, y en momentos en que la nacionalidad y la soberanía dominicanas están en peligro por la presencia masiva de nacionales del vecino país, hay que reconocer que los sucesos lamentables de 1937, hace ahora 73 años, detuvieron la avalancha de la población haitiana.

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