9/8/12
Post By: Ramón Pastrano, WebMaster
Furor por álbum de Pablo Escobar.
Narcotráfico en Colombia
En las comunas de la zona nororiental los niños ya coleccionan las monitas. La ONG Corpades cuestiona la publicación que deja como un héroe al extinto capo del narcotráfico.
Adriana Patricia Franco exhibe los álbumes que junto a su hija y sobrino viene llenando desde hace tres semanas. Fotos: Walter Arias Hidalgo |
Con el título de Pablo Escobar, el patrón del mal, una editorial con aire pirata viene distribuyendo el álbum en tiendas de las periferias de Medellín para que lo compre el público infantil. La empresa distribuidora se llama Producciones Cosmovisión, se vale del éxito de la serie televisiva del canal Caracol y mezcla imágenes de algunos de sus actores con imágenes del verdadero capo y sus allegados.
Jhon Estiven Urrego, 13 años, que vive en el barrio La Esperanza, uno de los sectores ubicados en la zona más alta de Medellín, es uno de los niños que compraron el álbum para llenarlo y ganarse los premios que promete: un mp3, un balón de micro, un balón de básquet, un reloj de pulso, una memoria USB, un dominó, un iPod y un bafle USB. “En el colegio me enteré que lo vendían y quise comprarlo. No sólo por los premios, sino para coleccionarlo. Las láminas repetidas las pego en mi chifonier”.
Estiven, sin embargo, no es el único que tiene un ejemplar. Su hermana Betcy Dayana, de 10 años, también acude a la tienda de vez en cuando para comprar las láminas y llenar su propio álbum. Todo hace parte de una pequeña moda que rápidamente se propagó entre vecinos, niños y grandes del barrio.
Adriana Patricia Franco, 38 años, tía de Estiven, lo explica así: “Hace como tres semanas llegaron en un carro regalándole a la gente el álbum. Luego dijeron en qué puntos de venta podrían encontrarlos. Desde entonces lo hemos venido coleccionando. Mi hija Leidy Geraldín, de 20 años, también tiene uno”.
El hijo de Geraldín, de cinco años, tiene el suyo. En casa de Adriana casi todos los álbumes están llenos y faltan las mismas láminas en cada uno de ellos, es decir, las que hacen parte del truco de mercadeo y que rara vez salen en los sobres.
El álbum se compone de 20 páginas, posee imágenes de propiedades, autos y personajes del mundo de Escobar, y puede comprarse por $200, mientras que cada sobre de cuatro láminas se adquiere a $100.
El capo Escobar murió antes de que naciera Estiven, pero si se le pregunta al niño sobre la vida del capo, responde con propiedad: “El error de Pablo fue meterse en la política. Porque si no se hubiera metido en política, quizá aún es taría vivo y traficando tranquilo”.
Lo mismo piensa la señora Adriana. Para ella, Pablo Escobar era una persona buena que ayudaba a los pobres y les mandaba carros repletos de regalos hasta el barrio Santo Domingo.
Justamente en el nororiente de Medellín, el poder de Escobar tuvo gran influencia. De Campo Valdés (Comuna 3) salió Byron de Jesús Velásquez, alias Quesito, quien mató, por orden de Escobar, al ministro Rodrigo Lara Bonilla el 30 de abril de 1984, en Bogotá. “De esa zona salieron sicarios muy expertos que trabajaban para él. Ellos se movían especialmente por Lovaina, La 45, San Blas, Santa Inés, Jardín”, dice Luis Fernando Quijano, director de la ONG Corpades y conocedor de cerca de la lógica criminal de Medellín de las últimas décadas.
Además de la reconocida ‘La Terraza’, una banda de unos 200 hombres que tras la muerte de Escobar en 1993 quedó bajo el mando de Diego Fernando Murillo, alias Berna, Quijano recuerda que en esa comuna del nororiente también operaban bandas como ‘Los Nachos’, ‘Los Chiches’, ‘Los Pemba’ y ‘Los Champú’. “Si alguien se podía conectar con ellos se conectaba con el cartel”, dice el activista social.
Para Quijano, el peligro de este tipo de productos es que los niños o adolescentes, que consiguen con total libertad el álbum, pretendan imitar al hombre que en televisión ven como un rey tapado en la plata y en el álbum como una especie de héroe.
El periodista Róbinson Úsuga, director del proyecto Lluvia de Orión, que reconstruye la memoria histórica del conflicto armado a través del arte, cree que en Medellín aún prevalece la imagen del héroe gracias a que a nivel institucional se ha querido negar el conflicto armado y sus consecuencias, y por eso no se incluye su cátedra en las escuelas públicas, desde la primaria. “Es un papel que el Estado y el sistema educativo le han dejado a los noticieros y los medios masivos de comunicación”, dice.
No es la primera vez que en Medellín, en la última década, aparecen imágenes misteriosas y sin un autor conocido sobre el exjefe del cartel de Medellín. El 4 de abril de 2006, los habitantes de Medellín también se sorprendieron al encontrar en diferentes sitios de la ciudad afiches con la imagen del capo y con las palabras: “Soberanía. Independencia”. Según los cálculos de las autoridades en ese entonces, en horas de la madrugada pusieron unos 200 afiches.
Walter Arias Hidalgo | Elespectador.com
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