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12/7/12 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

Héctor Lachapelle: Héroe militar y héroe social. (1)


FUERA DE CÁMARA
César Medina - Listin Diario
Héctor Lachapelle Díaz es el más destacado académico militar que han tenido las Fuerzas Armadas Dominicanas. Pero Héctor Lachapelle Díaz es también el único héroe militar vivo que le queda a nuestro país. Y es, además, un héroe social, familiar, religioso. Es un ser humano excepcional a quien nunca se le ha tributado el reconocimiento que se merece.

Las Fuerzas Armadas tendrán que agenciarse una condición especial para nominar al general Lachapelle porque no bastan simples reconocimientos a su trabajo académico.

Estamos ante un hombre que dedicó los mejores años de su vida, arma en manos, a salvar la dignidad militar y puso su pecho como escudo para reivindicar el cuartel de la afrenta que constituyó el Golpe del 63 contra la democracia y la institucionalidad del país.

Lachapelle Díaz no es un militar cualquiera. Es un ciudadano ejemplar que constituye un ejemplo para esta sociedad. Jamás ha pasado factura ni reclamado méritos por sus auténticas heroicidades en la lucha armada de 1965; primero, por el retorno a la constitucionalidad, y luego, en defensa de la dignidad nacional contra la intervención militar norteamericana.

No estuvo allí por accidente o por razones circunstanciales. Fue de los primeros militares en comprometerse con el respeto a la institucionalidad democrática, incluso desde antes de las elecciones del 20 de diciembre de 1962 ganadas por el profesor Juan Bosch a despecho de la derecha más recalcitrante y de grupos militares golpistas.

Lachapelle no vaciló un sólo momento aquel sábado 24 de abril de 1965 al enterarse poco después del mediodía que el general Marcos Rivera Cuesta, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, había sido hecho prisionero por oficiales y alistados del movimiento constitucionalista que dirigía el coronel Rafael Fernández Domínguez, entonces en el exilio.

...Y empuñó un fusil Fal

A Lachapelle lo habían sacado de la guardia con el rango de capitán por sus vínculos con el grupo del coronel Fernández Domínguez. Por eso los acontecimientos del 24 de abril lo sorprendieron siendo civil.

Se reportó de inmediato al campamento 16 de Agosto, donde operaba la Primera Brigada de Infantería del Ejército, en el kilómetro 25 de la Autopista Duarte, que estaba al mando del teniente coronel Miguel A. Hernando Ramírez, quien encabezaba el movimiento constitucionalista por la ausencia de Fernández Domínguez.

Llegó vestido de civil y de inmediato Hernando Ramírez ordenó que le entregaran ropa militar de combate, un fusil Fal y 100 cápsulas.

Frente a las tropas, el comandante Hernando Ramírez le colocó sus insignias de capitán y le ordenó comandar dos pelotones de soldados y a dos oficiales con rangos de primeros tenientes, entre ellos uno que años después se haría muy buen abogado y ocuparía la posición de ministro en varias ocasiones, el doctor Jesús de la Rosa. El otro oficial era José Noboa Garnes.

En ese momento encara el capitán Lachapelle la más grande responsabilidad de su vida, a pesar de que apenas era un muchacho de 24 años. Asumía un compromiso con la historia. Se estaba casando con la gloria.

Lo que ocurrió esa tarde del 24 de abril a partir de ese momento, es un capítulo aparte en la vida de Lachapelle. Porque resulta que fue él quien dirigió el primer enfrentamiento armado de la Revolución del 65. Y eso hay que contarlo mañana.

Su vida actual
Héctor Lachapelle ha dedicado los últimos años de su vida al estudio, a su familia y a la Iglesia. Está casado desde hace 52 años con doña Gladys Bello de Lachapelle, con quien procreó sus tres hijos, dos mujeres y un hombre, todos profesionales, que le han dado cinco nietos.

Actualmente está terminando un libro sobre la Revolución del 65 donde narra su experiencia en ese acontecimiento.

“...Busco acercarme lo más que pueda a la verdad, en este caso a la verdad histórica”.

Está escribiendo otro libro sobre los 10 años que estuvo cerca de Freddy Beras Goico.

Cada domingo recorre junto a su esposa las calles de su vecindario visitando a los vecinos para entregarles una copia del Evangelio. Similar labor pastoral la realizan también a través de las redes sociales entre familiares, amigos y conocidos y en especial en los cuarteles militares.

Aquel héroe viviente del 65 ñel único que nos queda de ese pequeño grupo de oficiales constitucionalistasñ tiene que recibir en vida la distinción que se merece.

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