0
13/3/11 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

La indigencia noquea a “PECHO” CASTRO.

El ex púgil duerme donde le sorprende la noche y come por caridad de la Miderec.
Laberinto. El Centro Olímpico Juan Pablo Duarte es el “círculo vicioso” que gasta los días de “Pecho” Castro.

Yoel Adames F. - Listín Diario

Santo Domingo
Su voz sigue firme y sus brazos huesudos, como dos lanzas, conservan en la punta granulados nudillos, los mismos que le hicieron humillar a decenas de rivales hasta convertirse en una sensación del ring que llegó a ser bautizada como “El Alí Dominicano”.
...Pero de Jesús -Pecho- Castro sólo queda eso, la bocaza con la que escupió la cara del “Indio” Arias y unos enormes puños esculpidos en el trabajo de albañilería que como a otros noqueó y lo dejó con la idea de que utilizaba manoplas dentro de los guantes.
Parece un hombre lúcido, pero sólo deambula en el recuerdo de su orgullo, “Pecho” no tiene un techo donde vivir y sus días empiezan y terminan en cualquier lugar del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, donde recibe tres comidas a diario en un comedor improvisado para los deportistas concentrados en las diferentes instalaciones y luego de aturdir el hambre, duerme donde le oscurezca.
Su larguirucha e indigente figura, de 6 pies 2 pulgadas de estatura, se mueve de forma desorganizada y tambaleante perdiendo impulso de repente. El mal de Parkinson le ha minado sus extremidades y, aunque aún ha salido vencedor en algunas peleas callejeras, sus manos tiemblan como si sintiera miedo.

“Yo nunca jodí con drogas -dice Pecho-, cuando me quedé en Nueva York traté de hacer carrera, pero como latino me troncharon, todas las propuestas fueron para perjudicarme porque en mi categoría había mucha gente que proteger. Probé un poco porque no hay forma de tú librarte allá, pero nunca me gustó nada de eso”.

“Una vez me llamaron para ser sparring de James Shuler, él se iba a medir a Thomas Hearns, a mí me pusieron unos guantes de 16 onzas y a él unos de ocho… luego mandaron a un muchacho a que me le echara agua a los guantes para que se me pusieran más pesados; le dije que no, que así yo no guanteaba y me fui, eso no le gustó a ellos, a los gringos, porque no respetan a los latinos”, recuerda con lujo de detalles el ex peleador.


Pina me jodió”
Nunca le sonrió la fortuna a pesar de su espectacularidad que le llevó a poseer simultáneamente las coronas del patio de las 154 y 160 libras, así como la de la Fecarbox o Centroamericana y del Caribe avalada por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), de los medianos junior, que le permitió un honroso sitial en el ranking universal de finales de los años setentas.

El momento más luminoso de su carrera fue el 18 de enero de 1979, cuando peleó de semiestelarista en el Madison Square Garden de Nueva York en la velada en que Miguel Montilla fue derrotado por Antonio Cervantes “Kid Pambelé”, escenario que aprovechó para derribar en cinco ocasiones al aguerrido mexicano Sergio Lozano, para dejarlo dormido en cuatro rondas.

“Oye y escríbelo así mismo, cuando yo noqueé a este hombre, que era el número cinco del mundo, Don King le ofreció a mis manejadores un contrato de un millón de dólares por mis próximas siete peleas en los Estados Unidos, cuando fue Horacio Bakemón Rodríguez a decírselo a (Ramón) Pina Acevedo, él le respondió: ¡No, no, usted está loco, Pecho Castro no puede ganar más dinero que yo!… ningún boxeador dominicano puede ganar más dinero que yo”, asevera el otrora boxeador.

“Eyyy, te lo juro porque yo estaba detrás de una pared y oí todo… Pina Acevedo me jodió, fue él que me tronchó mi futuro, me jodió la vida económicamente, no pude aprovechar mi gran momento”, dice con cierto aceleramiento en sus manos temblorosas y rabia en sus ojos exaltados.

Sin embargo, reporteros de LISTÍN DIARIO visitaron las oficinas del doctor Ramón Pina Acevedo, quien fungiera como comisionado Nacional de Boxeo Profesional y Lucha Libre durante más de dos décadas, y se mostró sorprendido con la versión de Castro.

“Quien me conoce a mí sabe que no podría hacer algo así, a mí me sorprende mucho que sea Pecho Castro que diga una mentira tan colosal para tapar su mala administración y su vida desordenada… A todos esos boxeadores los protegí, gasté muchas veces mi dinero, le hice un gimnasio y se lo mantuve limpio y equipado, les serví hasta el punto de hacer otro gimnasio especial en la segunda planta de mi residencia; pero parece una locura”, contestó Pina Acevedo.

EN RUINA
Con problemas prostáticos y con temblores corporales Pecho Castro vagabundea entre los recuerdos y de repente se encuentra en medio de su dramática situación.

“Creo que tengo méritos para ser Viejas Glorias, no sé por qué no me eligen… ¡Yo soy Pecho Castro! – vocifera como en sus viejos tiempos, pero luego se redime–, si no fuera por este secretario de Deportes (Felipe Payano), quizá yo estuviera muerto.

“Tú sabes que muchos de los otros que han estado ahí se le iban por la puerta de atrás a uno; este se para hablar conmigo, me oye lo que quiero decirle, a veces no es dinero ¿eh? Él me atiende siempre y me da cinco mil pesos para mi medicina”, revela. “También Junior (Arias) Noboa, el del Parni autorizó que me dieran la comida, me dan las tres comidas por caridad y también me trata bien Junior, me compra algunas recetas, tú sabe que esto del mal de Parkinson no es barato, es una enfermedad que Dios la hizo para los ricos, pero se equivocó conmigo… de ellos estaré siempre agradecido, pero quiero estar en el programa de protección para las viejas glorias para no estar pidiéndole a nadie.

Pecho no pudo relanzar su carrera luego de sufrir una dramática derrota en el palacio de los Deportes ante el boricua Sandy Torres en abril de 1979, luego de su gran hazaña en Nueva York.

“La pelea con Sandy fue un error, yo tuve que rebajar cerca de diez libras y me debilité mucho… la primera vez yo lo pude noquear, y en la revancha me ganó el título centroamericano en el último asalto de los doce”, recuerda el triple campeón dominicano, quien perdió un diente en el desafío.

Hombre de orgullo Hijo de un albañil y padre de tres hijos, afirma que siempre trabajó, desde pequeño, primero en el campo de la construcción y luego como boxeador.

“Tengo tres hijos, dos hembras, pero yo no los molesto a ellos, por eso vivo así; definitivamente hago mi vida yo solo.

“Cuando yo era el campeón me llevé más de 40 gente de este país, sin cobrar un centavo a nadie, ahora me ven y saltan para la cera del frente… pero así es la vida mi hermano, ¿qué puedo hacer yo?”, cuenta.

Jesús -Pecho- Castro cuenta con 55 años de edad, y en su vida deportiva 17 victorias, 14 por nocaut, 11 derrotas, siete de ellas consecutivas antes de retirarse y nueve en sus últimas 11 salidas.

Ahora, Pecho ha vuelto a subir al ring de la vida, a realizar su última pelea en busca de lograr un final más digno para su historia humana.

Copyright Reserved ¡Qué Noche! con Pastrano 2010.
Design by: Bingo | Blogger Templates by Blogger Template Place | supported by One-4-All