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30/7/15 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

José Jáquez : “El humor no es reírse de uno mismo”

Cuquín Victoria
José Jáquez- El Nacional
Parece que nuestros “humoristas” no tienen sentido del humor, y que soslayan que hemos levantado de la cama a algunos que dormían la pesadilla del olvido.

Aún no comprenden que tenemos derecho, hasta por la izquierda, de observar desde el tepuy de la crítica, o de mirar a través de la rendija por la que se atisba, que el humor que no resulta buen humor es mal humor.

Y de mal humor están algunos que desconocen que el éxito de este difícil y fino arte estriba en hacer pensar, más que en hacer reír, pues el humorista es “un hombre triste que viene de regreso con la melancolía a cuestas y con las manos llenas de verdades…..”. En mi observación crítica al humor del momento, no hice referencia a ninguna persona en particular ni a la galantería megalómana que exhiben los “nuevos valores” de la comedia, algunos de los cuales no flaquean, pues entienden que con muchas libras de más no son necesarios muchos libros, para arrancar carcajadas a un auditorio ávido de alegría. Dos figuras que no necesitan aclarar su trayectoria ni de las cuales sería preciso hacer comparaciones porque su obra está escrita en el material imborrable de la historia artística del país, son los admirados y laboriosos Felipe Polanco (Boruga) y Cuquín, que siempre ha cantado Victoria como genuino comediante y actor. Esos dos artistas respetados y muy queridos forman parte de la excepción de la que hablé, sin mencionarlos, que ha seguido haciendo buen humor tras la muerte del inmenso Freddy Beras Goico.

No tengo talento ni capacidad para evaluar su trayectoria, aunque sí para agradecer los momentos felices que me han hecho vivir con su repentismo e hilaridad, dones que Dios les ha dotado, para bien de un pueblo que necesita reír cada día más. A Luis José Germán, hermano de mi hermano José Luis, y quien se preguntaba tras mi opinión aparecida en este diario, qué yo había desayunado, le informo que soy frugal, aunque acostumbro una ingesta moderada, eso sí, diaria, de sopas de letras. Juan Carlos Pichardo hijo me invita a ver su actuación para formarme un juicio de su trabajo, lo que agradezco, aunque me sería más fácil preguntarle dónde puedo comprar su obra humorística para disfrutarla, como lo hago con la del desaparecido y siempre recordado Fermín Arias Belliard, cuyos “Bocadillos” podrían alimentar el acervo de cualquier trabajador del humor.

Lo mismo me ocurre ilustrándome con Mario Emilio Pérez o Leonel Concha, en cu mnnnnnn ya “Vida en broma” se borra con el trapo del buen humor la pizarra de la amargura. Hubiera querido poder decir lo mismo de Paco Escribano, pero acontece que hizo lo mismo que hacen muchos ahora, copiar de los otros, como pasó con el tema de su programa radial, que es patrimonio de una verdadera diva, la cubana Rita Montaner, quien en los años 50´s del siglo pasado, produjo en su tierra natal el programa “Lengua lisa”. Mejor que me calle, que no diga nada….

Liondy Ozoria
Liondy Ozoria me ha tratado como un muñeco. De trapo, a lo mejor. He visto la actuación de su Ñeñeco. Lo malo de los ventrílocuos es que hablan para dentro y que su éxito está en “meter la mano”. Los muñecos no tienen personalidad propia. Con ellos hay que recurrir a palabras impúdicas, lo que hace su manejador, aunque hay un público que gusta de ese humor. Para su permanencia hay que escribir libretos nuevos, aunque el humor bueno es siempre el mismo. A Ramsés Peralta no lo conozco, menos aún su trabajo, y me sería muy trabajoso especular acerca de su oficio como comediante. Él me invita también a ver los shows de los nuevos talentos. Le observo que nadie puede auto considerarse talentoso, pues la imagen de una persona es lo que los demás piensan que ella es. Como un humorista no nace de la noche a la mañana, recuerdo a Julio César Matías (Pololo), uno de los más grandes comediantes de todos los tiempos y a quien tuve el honor de escribirle su “poeta” junto al fraterno ya desaparecido Jaime Shanlatte, quien siempre me dijo que lo importante no es llegar, sino mantenerse. Los verdaderos humoristas no mueren, se perpetúan en el respeto y la admiración de los pueblos. Por eso decíamos que el humorista es un hombre del cosmos, un artista que debe de estar al tanto de todos los acontecimientos para poder sacar provecho de los mismos y convertirlos en materia prima.

Mientras nos quedemos en el patio, riéndonos de nosotros mismos, no alcanzaremos la categoría de humoristas.

Hagamos un esfuerzo y comencemos a trabajar el humor, como lo hace Felipe Polanco, dirigido a los cristianos. Contamos con personas con más ingenio que el CEA, capaces de escribir y de actuar, que bien podría aprovecharse su intelecto y ponerlo al disfrute de las grandes mayorías, que a decir de Sofocleto, “en política siempre existe el peligro de pertenecer a éstas”. Arroguémonos a Luis Felipe Angell en que las humorísticas son “ideas llevadas a la máxima condensación conceptual e idiomática que rompen esquemas dando una nueva forma a la verdad”. Tratemos de no auto eliminarnos de la preferencia de la gente que gusta del humor, respetando su derecho la diversión sana y permaneciendo en él con calidad, porque “el hombre regresa cuando ya no es el mismo que se fue”.

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