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25/3/15 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

La mosca y el estómago blindado del dominicano


Por Orlando Holguín

De repente se ha armado un corre corre debido a que varios productos agrícolas podrían haber sido afectados por la llamada mosca del Mediterráneo. Sabrá Dios qué tiempo hace que el bicho llegó de repentinamente, así como lo hizo Quirino, y hace rato estamos comiendo moscas por un tubo.

Puede ser una mosca australiana, una de las islas de Polinesia, o una gigante del desierto del Kalahari, o unos moscones salidos de la tumba de Tutankamón, luego de permanecer allí miles de años sin ver la luz del día, pero al dominicano no lo mata cualquier cosa. Si salimos airosos de la insalubridad, de la suciedad, de la podredumbre y de la basura, ¿por qué entonces no vencer a un insecto, aunque tenga matrícula del Mediterráneo? Ya quisieran los europeos y otras sociedades sobrevivir y vivir rodeados de tantas inmundicias, ruidos, desperdicios, abandono, mugre, excrementos, porquerías, vertederos improvisados, uno hasta con título de duquesa, y tener la salud que por lo menos mostramos los de aquí.

No es verdad que esta mosca nos va vencer, pues aquí se fumigan frutas, vegetales y granos con insecticidas que están prohibidos en otras naciones. Sobrevivimos a la Fiebre Porcina Africana, doblegamos a la Chikungunya y hasta tenemos el orgullo de ser, en cierta forma, sus exportadores a muchos países; nos comimos el pan con un ingrediente cancerígeno, y nos pasamos un buen tiempo consumiendo salamis hechos con sabrá Dios cuáles desperdicios (cabe destacar que no estoy convencido de que todo no siga igual con estos dos productos y con otros) y Haina es la comunidad más contaminada del mundo, según estudios, y la tenemos ahí mismito a pocos minutos del centro de la ciudad.

Para que la mosca esa sepa adónde llegó, nunca se me olvida que un avión salió “fletao” rumbo a Europa, si mal no recuerdo, eran alemanes los cuales enfermaron con la comida de un hotel y sufrieron percances estomacales que les provocó lo que aquí le tienen un hombre vulgar utilizado como sinónimo del pueblo para designar a la diarrea. Sencillamente su estómago no está blindado como el nuestro. A lo mejor sufrieron un choque de sazón, pero el dominicano no conoce de colisiones gástricas y por eso, además de soportar bombas como el pescado, las habichuelas con dulce, los guandules y repollo, todos juntos, come pasta con pasta (arroz con espaguetis), pescado y marisco con carne, pastelón de plátanos maduros con carne, cuando en la mesa tiene otras tres carnes, y así entre otras ligas alimenticias.


Uno de los causantes de este blindaje estomacal y de esta inmunización que ha logrado el criollo, es comer en la calle todo lo que vendan, dónde lo vendan y cómo lo vendan. Pero también hay otro elemento que ayuda en este proceso: el alcohol. La ingesta de alcohol, pienso yo, debe ayudar a enfrentar el estado de insalubridad con el que se vive en esta tierra de Dios a la hora de llevarse la manducatoria a la boca. ¿Especulo? Bueno, habría que ver. Según informaciones en la prensa, hay interés de los rusos en recibir los productos afectados por lo mosca extranjera, es decir, esto da más asidero a la hipótesis sobre la benevolencia del alcohol para matar bichos, microbios y bacterias. Los rusos deben saber que hay pocas cosas que sobrevivan y aguanten varios tragos de vodka pura, más si es a pico de botella, al mediodía y en pleno verano, como suele el dominicano tomar bebidas bien ardientes.

Otro aspecto a señalar es que, como el dominicano es tan vano con todo lo que sabe a extranjero, no dudemos que habrá algunos que se jacten de decir que se dieron una hartura de mosca del Mediterráneo. ¿Has comido mosca del Mediterráneo? Yo sí.
Cuando llegue el supuesto y esperado momento en que la humanidad tenga que alimentarse de insectos, nosotros estaremos en primera fila, iremos, como se dice, en coche, haciendo parrilladas de sanguijuelas, locrio de tarántulas Goliath, escabeche de avispas de caballo, guiso de escarabajos de las islas Fiji, ollas de grillos africanos a la criolla y otros insectos que la escasez y el hambre en un futuro podrían convertir en suculentas delicias.

Finalmente, de lo que usted puede estar seguro es de que aquí, por ganar dinero, algunos sectores son capaces de matarnos a todos, aun ellos se queden solos en la media isla. Así que no dude que los productos en cuestión los dejen aquí para que los consumamos el manojo de indios con taparrabos en pleno siglo XXI. No obstante, el dominicano es duro de matar y no creo que una mosca, aun provenga del espacio sideral y posea aguijones súper sensoriales y lance un líquido paralizante, podría aniquilarnos causándonos problemas de salud. Como dijo un sabio político universal, no es la economía la que está blindada, es nuestro estómago.

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