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10/11/10 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

Yo maté a Fidel Castro. Call of Duty: Black Ops.

Pantalla del videojuego.
Pantalla del videojuego.
-Call of Duty: Black Ops recurre a la Guerra Fría como emplazamiento
-Sin innovar, es capaz de mejorar detalles de sus antecesores
-El juego, que sale hoy a la venta, está en las tiendas desde el viernes

Chema Antón | Madrid - El Mundo
Aunque Call of Duty: Black Ops, la saga bélica de Activision, lleva a la venta desde el pasado viernes en toda España, hoy es el día del lanzamiento oficial, la fecha señalada en el calendario por los jugadores de todo el mundo para invertir un buen puñado de euros en unas cuantas misiones de guerra. ¡Y qué guerra!
En la primera misión, el objetivo es Fidel Castro. El jugador tendrá que disparar al líder cubano y esta vez no aparecerá en pantalla el mensaje de 'Es posible que algunos jugadores encuentren una de las misiones ofensiva, ¿quieres omitir esta misión?' del año pasado. Así que mata o muere. Por suerte, Treyarch, el estudio en el que se ha creador el juego, pensó en el conflicto internacional que podían ocasionar y la misión tiene giro final. Respira el mundo.




El siempre ensombrecido estudio Treyarch, ha aprovechado la espantada de talento de Infinity Ward de los últimos meses para, digamos, dar un pequeño 'golpe de estado' y quedarse son el papel de 'primer desarrollador' de la serie Call of Duty, si es que eso existe, a partir de Black Ops. Y no lo han hecho por las bravas, sino haciendo el juego de tiros que la gente quiere ver en su consola, posiblemente con la mejor historia que las que se hayan contado hasta el momento en toda la saga.

Si el año pasado se puso solo una pequeñísima pega a la forma en que se contaban las cosas en Modern Warfare 2, ya que podía acabar con el despiste de algún jugador y que no se enterase de si era espía, terrorista, agente de la CIA o de la TIA, para Treyarch solo hay aplausos en el territorio de lo narrativo.

La historia está perfectamente explicada, desprendiéndose de ese aire de conspiración y ciencia ficción clásico en los juegos de Infinity Ward y aportando un pequeño toque de realismo con detalles como la presencia de personajes históricos reales, vídeos que introducen al jugador al momento en el que ocurren los hechos o situaciones explícitas en el campo de batalla.

Pero no todo es realismo en esta aventura militar por los años de la Guerra Fría en los que recorreremos Cuba, la URSS, Laos, China o EEUU, también existe la explosividad y el artificio clásico de Call of Duty, los momentos de agonía, situaciones épicas, típicas traiciones de los que cree el jugador que son sus compañeros y, de fondo, siempre, la batalla y el fuego cruzado.

La misma piedra

Donde parece tropezar Black Ops es en el planteamiento de su guerra. Si el jugador asume y acepta que los Call of Duty, y como consecuencia casi todos los juegos de disparos en primera persona, son historias lineales preprogramadas, el juego debería responder a cualquier situación planteada por el jugador. El problema es que, en ocasiones, la inteligencia artificial, ya sea de amigos o enemigos, no encuentra el sentido de las acciones del jugador y se estanca en movimientos absurdos.

Quizá, si pudiese mejorarse algo de la saga Call of Duty, y no solo es un problema de Black Ops, es a la hora de darle inteligencia al resto de personajes para que tomen decisiones sobre el terreno.

En el aspecto exterior del juego, el jugador va a disfrutar de lo lindo. Ya no es que sea un derroche de artificios explosivos y pirotecnia de bits, sino que todo recae más bien en el concepto inicial, en la selección de colores porque, al decir verdad, ni existen iluminaciones dinámicas para apoyar con efectos luminosos extra, ni las texturas son de sobresaliente en determinados casos.

Es más bien el todo lo que construye esa imagen recargada de sangre, suciedad, astillas, vegetación y mucho plomo allá por donde vayamos bajo un cielo crepuscular o en las oscuras grutas de un campo de trabajos forzados soviético.

Un campo de batalla infinito

Donde Call of Duty no falla a su público es en el multijugador. Como en la campaña, no se han llevado a cabo grandes cambios que afecten al modo en que se conoce el juego. Simplemente se abren las puertas de nuevos escenarios y, sí, se añade algún modo de juego nuevo.

Por primera vez, un modo de 'Entrenamiento' que permitirá a un solo jugador practicar su tiro contra enemigos controlados por la consola y, así, no tener que salir a que le maten ese grupo de jugadores que acumulan horas y horas de juego, medallas y medallas, cuentan con armas de lo más poderosas y que, con solo ver el resplandor de su rifle, son capaces de acabar con su vida sin que se entere.

En esta ocasión, Black Ops no solo cuenta con el multijugador clásico y las misiones cooperativas que ya triunfaron en la última entrega, sino que también ha incluido un modo Zombi similar al que ya hicieron popular con 'Call of Duty: World at War' y en el que personajes como Kennedy, Castro, Nixon o McNamara luchan contra hordas de zombis en hasta cuatro emplazamientos diferentes, uno de ellos el Pentágono, lugar desde el que se desbloquea esta modalidad.

Sin aportar nada al género, Treyarch parece haber cogido la libreta de anotaciones del antiguo líder de Infinity Ward, Zampella, y haber hecho todas las mejoras que se le pedían a 'Modern Warfare 2'. Gracias a una buena inyección de momentos históricos, líderes de los años sesenta y unos protagonistas tan duros como viene siendo habitual, Black Ops no solo es un 'shooter' en primera persona.

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