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14/11/10 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

El hormiguero del Maratón de New York.

Desde hace 41 años las calles de Nueva York se llenan de corredores el primer domingo de noviembre para conmemorar la geste de Filípides, que hace justo 2.500 años se pegó una carrera de 42 kilómetros con 195 metros desde Maratón hasta Atenas para llegar, gritar “Nenikékamen” (hemos vencido) y caer desfallecido convirtiéndose en leyenda.
Hoy podemos asistir como privilegiados espectadores a la salida de la edición de este año, celebrada el domingo 7 de noviembre, gracias a una cámara estratégicamente situada en lo alto del puente Verrazano-Narrows y que nos permite contemplar algo parecido a una invasión de termitas a punto de tomar la ciudad.

 


http://www.gizmodo.es/wp-content/uploads/2010/11/500x_106616533.jpgNo son únicamente sus 45.000 participantes los que convierten al Marathon de Nueva York en la prueba más importante de este tipo en todo el mundo.
No son solo los 42, 195 kilómetros a través de sus cinco barrios (Staten Island, Brooklyn, Queens, Harlem y Manhattan), convertidos por el cine y la televisión en parte de la memoria colectiva de gran parte de los habitantes del planeta. Sobre todo son los más de dos millones de espectadores que asisten a la carrera los que convierten a este Marathon en un acontecimiento que trasciende lo puramente deportivo.
Gente que jamás se habría planteado pasar varias horas corriendo lo hace en esta prueba y el esfuerzo, el sufrimiento y el agotamiento casi parecen desvanecerse cuando se reciben constantes gritos de ánimo durante todo el recorrido o escuchas tu nombre coreado por los cinco barrios de Nueva York… no porque te conozcan sino porque ya te han dicho que te lo pongas en la camiseta y realmente entiendes lo que es ser llevado en volandas por el público hasta la meta. Un público que te anima como si fueras de la familia. Y es que ese día parece que todos los participantes corren en casa.
Todas esas hormiguitas que en el video se ven correr para cruzar el puente Verrazano-Narrows, donde está la salida de la prueba, acaban de escuchar un cañonazo como forma de que miles de corredores oigan el pistoletazo de salida y emprenden la carrera escuchando por una megafonía impecable a Frank Sinatra cantar “New York, New York”. Muchos cruzamos el puente cantando a voz en grito esa canción, lo sé porque el año pasado yo fui una de esas hormiguitas.
Si algún primer domingo de noviembre no tenéis plan, es una experiencia que os recomiendo. Previa preparación, evidentemente, que lo importante aquí es cruzar la meta en Central Park por tu propio pie. Y no sirven excusas, ni aunque te escondas bajo tierra, pues uno de los que finalizaron este año fue Edison Peña, uno de los célebres mineros atrapados y posteriormente rescatados en Chile.
Realizó su entrenamiento bajo tierra con sus botas de minero corriendo una y otra vez por las galerías en un pequeño “circuito” de unos 5 kms y nada más salir de la mina manifestó su intención de corre en el Marathon de Nueva York. Aunque muchos pensaron que no sería capaz de correr durante toda la prueba, teniendo en cuenta que nunca había corrido anteriormente ningún marathon y que había pasado 69 días bajo tierra en durísimas condiciones, lo cierto es que Peña hizo un tiempo de 5:40 horas, que no está mal para un novato, corriendo durante la mayor parte del recorrido y haciendo tan solo breves tramos caminando, principalmente los avituallamientos y las pendientes, que son lo más duro. ¡Bravo, Edison! ─Antonio Rentero [Gawker]

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