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14/10/10 Post By: Ramón Pastrano, WebMaster

Estudio revela nuevo romance alivia el dolor. "...Y como al hombre dominicano siempre le duele algo..."

Quince personas se sometieron a una serie de pruebas.
LAURAN NEERGAARD - El nacional
WASHINGTON. AP. Enamorarse puede ser más bueno de lo que parece, pues puede actuar como un analgésico potente y los científicos ya han descubierto por qué: Estimula la vía de recompensa del cerebro, al igual que lo hace una droga adictiva. La siguiente pregunta es si una mejor comprensión de la relación entre el amor y el dolor podría ayudar de alguna manera a los científicos a buscar soluciones para el dolor crónico, pues los médicos nunca podrán prescribirle a sus pacientes que se enamoren una y otra vez. Pero "tal vez recetar un poco de pasión en la relación de alguien puede de alguna manera ayudar con el dolor crónico propio, asumiendo que ya hay pasión con la pareja que tiene", dijo el coautor del estudio, el doctor Sean Mackey, jefe de manejo del dolor en la Universidad de Stanford.
La historia comenzó con Arthur Aron, profesor de psicología de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook, quien ha estudiado la neurología del amor. Su obra ha vinculado esa fase de euforia de un romance fresco con las regiones cerebrales ricas en dopamina. Esa sustancia es la clave para lo que se llama vía de recompensa del cerebro, el mecanismo de sensación de bienestar que promueve ciertos comportamientos. Comer dulces, por ejemplo, aumenta este sistema. Drogas adictivas como la cocaína, lo secuestran. "Cuando la gente está enamorada, en muchos aspectos no es diferente de lo que reciben cuando toman anfetaminas o estimulantes: Están muy entusiasmados, hay pérdida de apetito, pérdida de sueño, están activos y llenos de energía", señaló la doctora Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas y experta en dopamina. Especialistas en dolor han descubierto que si alguien que vive un intenso romance mira una foto de su objeto de amor mientras es golpeado o pinchado, siente menos dolor. Mackey y su colega en Stanford, el doctor Jarred Younger se unieron con Aron y pusieron carteles en la universidad para reclutar estudiantes quienes se habían enamorado recientemente. Quince personas se sometieron a una serie de pruebas.

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